La fe no siempre supera tempestades
Se llegó el día y ni el huracán
detendría los planes
No
paraba de llover y era casi el mediodía del tan esperado 23 de octubre en Ciudad Guzmán, el momento de
la mayor festividad del pueblo en honor a San José estaba cada vez más cerca,
pero permanecía la duda sobre su realización.
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Cortesía
del huracán Patricia, el clima estaba poco favorable, no se antojaba como para salir a pasear, pues era una lluviesita
que en ocasiones estaba ligera, un serenito pues – como se dice coloquialmente
- pero que en ratos se arreciaba –como dicen en mi rancho- y así seguía,
no paraba ni parecía que fuera a parar, y así estaba desde en la noche.
Desde antes de amanecer el pueblo se notaba preparado para ver pasar a San José, como cada
año se hacía. Caminando por las calles de Colón e Hidalgo, se veía sobre las
banquetas las sillas amarradas en fila que los guzmanenses sacaron para indicar
que el lugar ya estaba apartado.
Y para cubrirse de la lluvia o del sol, si es
que salía, algunos colocaron terracitas improvisadas
echas con pequeñas lonas estiradas con ixtle o soga, otras estaban soportadas
con barras de fierro o en su defecto un palo de escoba, pero hubo otros con más
presupuesto que ya tenían listo su toldo. ¡Ah!, y estaban también los que
aprovecharon sus cocheras como sala de eventos.
Ver para creer
Al filo de las once de la mañana ya había espectadores
presentes en las calles de Ciudad Guzmán, muchos de ellos ya estilando, otros
cubriéndose con su paraguas; había también los que se lucían con su impermeable
y cruzaban de allá para acá desahogadamente; así mismo estaban los que hacían
uso de sus toldos y terracitas improvisadas, aunque no se veían igual de
cómodos que los que estaban bajo sus cocheras, pero ahí seguían sin darle mucha
importancia al clima u otros detalles.
Para darle gusto al gusto…
Para
tomar también había variedad empezando por el cafesito de ese de las tiendas de
las dos “o” y las dos “xx”, y en las
mesas estaba el agua fresca o los refrescos, y no podía faltar los que
decidieron darle gusto al gusto con una que otra botella de vino y las notables
hieleras de todos los tamaños rellenas con cerveza.
Y ya en el centro de la Ciudad…
Al
llegar al centro pasaba lo mismo, parecía como si fuera un día normal, los
portales estaban ocupados, ya cada quien tenía su lugar apartado y no sería
fácil que lo abandonaran. Otros, aunque se mojaran se acomodaron en las gradas
que mandó poner el presidente - ¡sería un desperdicio desaprovechar el
presupuesto invertido en tal lujo! – Se
escuchó decir a un fulano.
En
el jardín había gente que andaba para allá y para acá, unos pasaban con su
despensa, tal vez para prevenirse del huracán pienso yo, pero puedo asegurar
que otros estaban esperando el momento en que el Santo Patriarca se asomara por
la puerta de la catedral, en donde en esos momento se realizaba la misa de los
cargadores del trono sagrado, lo cual daba posibilidades de que se hiciera la
peregrinación aunque sea bajo la lluvia.
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Foto cortesía de Zapotlán Gráfico |
Salió el Señor San José, sí habrá
recorrido
El
interior de la Santa Catedral también estaba repleto de personas, y claro ahí
estaban presentes y listos la guardia de honor y los más de cien cargadores del
Trono Sagrado, pues la misa que presidía el obispo Braulio Rafael León
Villegas era dedicada para ellos.
Son
casi las doce del día y suenan las campanas de la Santa Catedral y por fin salen las imágenes de la Sagrada Familia
cubiertas por una vitrina para evitar que la humedad dañe las esculturas, que
según la historia llegaron misteriosamente a Zapotlán el Grande en 1747, hace ya más de 300 años.
Cabe
recordar que esta fiesta patronal también es muy antigua, la tradición inició hace más de 250 años cuando los zapotlenses
que vivían en aquellos tiempos juramentaron al señor San José venerarlo, respetarlo
y celebrar anualmente con una festividad en agradecimiento a su protección ante
catástrofes naturales y espirituales. Al día de hoy el juramento continúa vivo
y ha sido heredado a las nuevas generaciones renovándose cada año en una
ceremonia religiosa.
En
los hombros de un grupo de mujeres que forman parte de la Guardia de Honor
avanza la imagen de la Virgen de Guadalupe, de la misma forma pero sobre los
hombros de los varones va la figura del Señor San José que a su vez abraza con
una mano al Niñito Jesús, y así continuaron un par de cuadras hasta llegar al
conocido Templo del Santuario, es ahí donde fueron colocadas sobre el pesado
Trono Sagrado.
Ahora
toca el turno de los cargadores que tienen la encomienda de llevarlo hasta la
casa de la mayordomía que este año está en la Calle El Grullo de la Colonia
Solidaridad, prácticamente a la orilla de Ciudad Guzmán.
Ellos
se decían listos, aunque en su cara se notaba cierto nerviosísimo pues no sería
fácil con la lluvia la tarea de sopesar en conjunto los más de mil kilos que
pesa la tarima ya con las esculturas divinas colocadas en su plataforma.
Tal
vez sus variadas razones por que las que se han tomado esa encomienda les darían
la fuerza necesaria para lograr el objetivo.
Algunos
cargadores lo hacen por una manda ofrecida al Señor San José porque les
concedió un milagro y es una promesa que apalabraron honrar hasta que sus
fuerzas o la vida misma se lo permitan, otros han heredado ese cargo de
generación en generación, y hay quienes lo hacen por mera devoción.
Sigue lloviendo
El
huracán Patricia continúa haciendo su trabajo, pues ya son las doce del
mediodía y el agua no para de caer… Y así inicia el recorrido del Señor San
José con la Sagrada Familia, pero esta vez se decidió que será sin la presencia
de carros alegóricos, pues seguramente si aparecieran “Patricia” arruinaría sus
adornos de papel y plástico en pocos minutos.
Se
notaba la emoción en la cara del público presente en la calle reforma, y claro
muchos sacaron el celular para ser los primeros en tomar la foto “pal face”. Sinceramente si se notaba
menos gente que en el año pasado, pero ha ojo de buen cubero ya contando a
todos los que salieron a ver, seguían siendo miles los asistentes.
Y empiezan a verse bajo la lluvia de ese
histórico 23 de octubre de 2015, las primeras filas de danzantes y sonajeros,
mientras más tiempo transcurre, más se suman a la peregrinación extendiéndose
por kilómetros a lo largo de las calles.
Son más de 30 cuadrillas conformadas por más de 30 personas cada una y que
bailando y sacudiendo su sonaja de palo expresan su fe y renuevan el juramento
al Señor San José.
Aunque
bañados por el agua del cielo, se nota claramente el diseño que cada cuadrilla
luce sobre su vestimenta de manta en la que incluyeron vistosos adornos de colores, huaraches de cuero y sombrero de
palma forrado también por ornamentos coloridos.
La
ciudad se estremece con los sonidos de las sonajas y el sonar de los hurachazos
producidos por sus pasos de baile, pasos que antes de tocar el suelo son
intervenidos por la corriente de agua que fluye por la calles provocando también
intensos chasquidos.
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Foto cortesía de Zapotlán Gráfico |
Pero
también hubo danzas aztecas acompañados por sus estruendos tambores y el
llamativo silbido de un caracol, ellos pasan luciendo su sombrero de plumas y sus
escotados atuendos de cuero con herencias y rasgos indígenas.
Y como olvidar a los enmascarados que representan a los demonios.
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Foto cortesía de Zapotlán Gráfico |
El camino se ha vuelto más difícil,
puede que San José no llegue a su destino
Las
calles ya parecen ríos por tanta agua que corre en ellas. Han pasado más de
tres horas y se ha avanzado muy poco. Los peregrinos que se han sumado al
recorrido al igual que los danzantes y cargadores, reflejan cansancio en sus
caras y se nota que muchos tienen frio, sus trajes están estilando y se han
vuelto más pesados, pero ellos no se rajan, su fe les da fuerza para para
caminar bajo la lluvia y contra el
viento que están más fuertes y hacen más difícil el camino.
Por
fin aparece el último contingente de la peregrinación, llegaron los danzantes
que avanzan en reversa, y la gente comienza a gritar y a aplaudir más fuerte. Se
acerca el momento esperado…Minutos después ya se puede ver sobre el Trono
Sagrado la presencia del Señor San José, la virgen María y el Niñito Jesús.
Los
sonidos se intensifican mezclándose con los vivas, la música de la banda
tocando el tema “oh Patriarca Santo”, las danzas, cuetes y campanas, además del
murmullo de la gente y las frases de ánimos que pronuncian los cargadores para
poder continuar.
Qué triste, en los años que tengo nunca
había pasado algo igual
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Foto cortesía de Zapotlán Gráfico |
Pasa
de la cinco de la tarde y la fuerza de los feligreses ya no es la misma, contrario
a esto, el clima del huracán Patricia se ha vuelto más fuerte y está logrando
ser un gran obstáculo para culminar el recorrido.
Llegó
el momento en que se estaban arriesgando muchas cosas, entre ellas la vida de
los peregrinos. Las terracitas y toldos ya no aguantaban, estaba siendo
derribados por el intenso viento que también ocasionaba situaciones como el
papaloteo de los lazos de las fiestas patronales que casi tronaban por tal
acto, los postes de luz se mecían haciendo que los cables también se pasearan
de un lado para otro, lo mismo con algunos anuncios de espectaculares que casi
caían.
Por
esto se decidió lo que no se quería, la tristeza invadió la mente de muchos
fieles, era un evento histórico. En las voces de las personas mayores se
escuchaban decir cosas como – que triste, en los años que tengo nunca había
pasado algo igual-.
La
decisión fue inminente, por primera vez en muchos años la Sagrada Familia no
culminaría su recorrido en la casa de la mayordomía. Al llegar de nuevo a la
altura del Templo del Sagrario, hubo que regresar a las santas imágenes a la
catedral para resguardarlas y programar una nueva salida para el 30 de octubre,
esperando que ya nada se interponga para que San José visite el humilde hogar
de un guzmanense.
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